
Las mujeres migradas se ven afectadas por diversas formas de violencia que, en muchos casos, se entrelazan e intensifican su impacto. Entre las situaciones más habituales se encuentra la violencia física y psicológica en el entorno familiar. Muchas de estas mujeres sufren maltrato en sus relaciones de pareja, agravado por la dependencia económica que, a menudo, les impide romper con estas relaciones de abuso. La falta de redes de apoyo o el miedo a perder su estatus migratorio las disuade de denunciar y, en muchas ocasiones, las mantiene atrapadas en este ciclo de violencia.